jueves, 19 de noviembre de 2015

LA HERIDA DEL ABANDONO Y SU MÁSCARA LA DEPENDENCIA


Un niño al quedarse en casa de su tía durante unas cortas vacaciones, puede sentirse abandonado, la herida se reaviva y sufre de rechazo; mientras sigamos estando resentidos con alguno de nuestros padres, tendremos dificultades con las personas del mismo sexo a quien no hemos perdonado.


 Para perdonar, no hay nada mejor que comprender que él/ella son también víctimas de sus otros padres, y que les acusamos de algo que nosotros mismos hacemos a ellos.


 Quien sufre de abandono siente que no tiene suficiente alimento afectivo. Para no sentir esa carencia afectiva, se construyen la máscara de la dependencia.
La herida del abandono se siente más al nivel del “hacer y tener”, que en el nivel del “ser”
Situaciones que pueden despertar la herida del abandono son:
- La madre debe ocuparse de su recién nacido bebé. El otro hijo puede sentirse abandonado.
- Si los padres trabajan todo el día y no tienen tiempo para los niños, pueden sentirse abandonados.
- Si el niño tiene que estar en cama en el hospital sin entender qué le ocurre, puede sentirse abandonado.

Los dependientes piensan que nunca serán capaces de valerse por sí mismos, y que necesitan a alguien a quien apoyarse, por eso son flácidos o sin tono muscular, como si no pudieran aguantarse solas. Los dependientes tienden a adoptar el papel de víctima, atraen la atención de los demás sueñan en destacar o tener papeles “estrella” ante grandes audiencias. Su necesidad de atención es insaciable, por eso cuando comen no ganan peso, pues hay en ellos una creencia profunda que dice que “nada es suficiente”.
Los que adoptan el papel de víctima les suele gustar adoptar el papel de salvador, jugarán el papel de “padre o madre” con sus hermanos o tratarán de salvar alguien a quien aman y que está en dificultades.
Hacen para los demás para sentirse importantes, y esperan afecto a cambio, asumen responsabilidades que no les corresponden, y sufren por los demás, dependiendo su felicidad de la felicidad del otro. Creen que si logran hacerlo todo bien solos, nadie se ocupará de ellos en el futuro, y para tratar de evitar ese posible aislamiento, buscan alguien con quien sentirse apoyados para realizar sus proyectos y su gran miedo a estar solo es lo que genera esas subidas y bajadas de humor.
Pueden aguantar lo inaguantable con una pareja para no sentirse solos, viven en la esperanza emocional de que en el futuro las cosas pueden cambiar, tiene problemas con la palabra “dejar”. Si alguien les dice “te tengo que dejar, tengo que irme”, se sentirán heridos, se  sienten dependientes es la tristeza. Pueden usar el sexo para sentirse próximas a la otra persona.
Tienen miedo de todas las formas de autoridad, pues piensan que alguien autoritario es frío y no va a cuidarse de ellos, por eso los dependientes son cálidos con los otros.
Pueden acusar a Dios de abandonarlos en la vida. No se dan cuenta con qué frecuencia ellos mismos decepcionan a los demás, o con qué facilidad abandonan proyectos sin acabar.




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