miércoles, 2 de diciembre de 2015

SI ERES HOMOSEXUAL



Soy homosexual, durante mucho tiempo me pareció imposible admitirlo. . . .
Desde que era niño mis padres y mis abuelos han hablado con desprecio y odio de las personas homosexuales, los consideran pervertidos, malvados, indignos, depravados y degenerados. Alguna vez mi madre, la mujer que más amo, aquella que me trajo al mundo y que siempre se sacrifica por mí, me dijo sin temor alguno:

 “El mayor dolor que un padre puede experimentar es tener un hijo homosexual, si alguna vez me pasara eso, me preguntaría en qué fallé como madre.”

¿Acaso soy yo el mal en persona? ¿Mis padres cometieron un error conmigo? ¿En qué momento me convertí en aquello que mi familia desprecia? ¿Qué pasaría si alguna vez me sincero al respecto? Hasta la fecha, algunas de estas interrogantes todavía me atormentan. Las palabras del Papa Francisco en torno a este tema me inspiran a seguir adelante: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” Sin embargo, no es fácil reconocer abiertamente mi atracción sexual. Nunca he comentado el tema con nadie, puesto que tengo miedo de ser rechazado.
De la misma forma, pienso que el homosexual que acepta esta realidad se enfrenta a varios obstáculos, considero que mis opciones son mucho más limitadas, no contraería matrimonio solo para aparentar algo que no soy. No solo le estaría mintiendo a la que sería mi esposa y a mis hijos, desde niño siempre soñé con algún día formar una familia, tener una esposa de la que me enamoraría todos los días, e hijos a los que amaría y educaría en valores.
Pero me doy cuenta que es solo un sueño. ¿Puedo darle una vuelta de ciento ochenta grados a mi orientación sexual y esperar que todo fluya de manera espontánea? No es algo que yo pueda decidir, y no sé si es algo que pueda cambiar.
Quiero dejar en claro que aunque tenga esta atracción hacia el mismo sexo no creo en el matrimonio homosexual ni en la familia conformada por parejas homosexuales. Estoy convencido de que el matrimonio es entre hombre y mujer, y soy un fuerte defensor de la familia. Tampoco creo en la idea de “salir del clóset” ni nada asociado al libertinaje sexual. Pienso incluso que el término “gay” es peyorativo y generalizador. Como psicóloga te aconsejo: “No te pongas etiquetas. La palabra gay no te define”
No sé qué me depare el futuro, no sé cómo será mi vida dentro de diez, veinte, o treinta años. Lo único de lo que tengo certeza en este momento es del presente, en el que le agradezco a Dios por permitirme vivir un día más. Él me amó desde antes que naciera, dio su vida por mí, y siempre está acompañándome. Descubro en Él la paz, el amor y la felicidad.
Soy un Hijo de Dios, y ese es mi mayor orgullo, no soy un error ni soy el mal, mi atracción al mismo sexo es únicamente una circunstancia con la que tengo que aprender a vivir. Espero algún día reunir las fuerzas necesarias para poder hablar con mis padres, y siempre rezo para que su reacción esté llena de la comprensión y del amor con el que siempre me han escuchado. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario