Sufrimos
de la herida de injusticia cuando sentimos que no somos apreciados por nuestro
verdadero valor, cuando no nos sentimos respetados o cuando creemos que no
recibimos
lo que merecemos, también sufre esta herida quien cree que recibe más
de lo que se merece.
Si sentíamos que ese padre-madre no expresa sus sentimientos
con nosotros,
sufrimos una relación “fría” y superficial con él/ella, lo cual nos limita a
podernos expresar y ser nosotros mismos. Si el padre era además autoritario,
crítico y estricto, la herida es mayor. De pequeño quien tiene esa herida
siente que es más apreciado por lo que hace que por lo que es. La reacción de la persona que sufre la herida
es disociarse de sus sentimientos, como forma de sentirse protegidos y no
vulnerables, para ese fin construyen la máscara de la rigidez, físicamente van
todo rectos, como si su cuerpo fuera “perfecto”, en el fondo son injustos a sí
mismos, pues no se permiten expresar sus verdaderos sentimientos.
Los rígidos son gente muy sensible, pero esconden su sensibilidad, actuando
como si nada les tocara sus sentimientos a los ojos de los demás parecen fríos
e insensibles, aunque ellos piensan que son los más sensibles y cariñosos del
mundo, temen la frialdad en los demás y en sí mismos, no pueden aceptar ser
fríos pues significa no tener corazón, y eso equivale a ser injusto; por eso
para ellos es tan importante sentir que son “buenas personas” y “buenas en lo
que hacen”.
Ellos se consideran “perfectos” en primer
lugar, y “cálidos” en segundo lugar”, los rígidos buscan la justicia por encima
de todo, son perfeccionistas y creen que hacer o decir las cosas a la
perfección es justo. Hacen bien las cosas, y de forma rápida. Quieren hacerlo
todo para evitar problemas, y si alguna vez tienen algún problema prefieren
decir que “todo va bien” para no sentir el sufrimiento, son muy optimistas parecen
imperturbables.
Son muy dinámicos, aunque sus movimientos muestran poca flexibilidad, mostrando
que están algo cerrados, no les gusta la autoridad, porque para ellos la autoridad
siempre tiene “razón” Para ellos, el merecer las cosas es muy importante difícilmente
aceptan regalos “sin haberlos merecido” por su esfuerzo.
Harán
saber a los demás lo que han hecho o están haciendo para mostrarles que son merecedores
de su reconocimiento
cuando piden explicaciones, los rígidos quieren que todos los detalles sean
exactos, pero cuando ellos tienen que explicar algo, suelen exagerar
fácilmente. A menudo utilizan las palabras: siempre, nunca, mucho, no se dan
cuenta que exagerar los datos no es ser justo, cuando les preguntas cómo están,
rápidamente te contestarán “muy bien!” para no tomarse el tiempo de sentir cómo
están.
La religión tiene un impacto grande en los rígidos, para ellos el concepto de
“bien” y “mal”, “correcto” o “incorrecto” pesa mucho Por eso tienen mucho miedo
a cometer errores se exigen mucho a sí mismos, les gustaría tenerlo todo
solucionado al instante, son muy impacientes y críticos consigo mismos casi
nunca están satisfechos por lo que hacen, y eso les drena energía por eso sus
cuerpos suelen ser delgados. Se comparan con los que consideran que son “más
perfectos”, y eso es algo injusto que se hacen a sí mismos, es una forma de
rechazar su ser, normalmente de pequeños se sintieron comparados con sus
hermanos/as.
Suelen tener problemas de visión, porque es muy difícil para ellos ver que han
tomado decisiones poco acertadas o que tienen una percepción mala de una
situación prefieren no ver nada que sea “imperfecto”, pues así no sufren, prefieren
utilizar la expresión: “no lo veo del todo claro”.
Se sienten culpables si no están haciendo nada mientras otro está trabajando,
lo viven como una injusticia, para el rígido es difícil conocer y respetar sus
propios límites, se imponen obligaciones aunque no sean coherentes con sus
necesidades. Si se permitieran sentir más se harían un favor,
encuentran injusto tener más privilegios que los demás. Por eso, muchos se
sabotean a recibir, otros se centran en aquello que quejarse (y así olvidar sus
privilegios) y otros creen que tienen que dar a los demás para ser justos.
Pueden intervenir en una situación si ven que no es justa. Les gusta que todo
esté en su sitio, ordenado su sistema nervioso está sobreexcitado porque se
exigen la perfección, aunque a los demás les parezca gente tranquila (debido a
su auto-control)
La
emoción más común es el enfado, sobre todo hacia ellos mismos, por no alcanzar
sus ideales de perfeccionismo. Deben vigilar su hígado si reprimen mucho el
enfado, normalmente quieren dar una “segunda oportunidad” a las personas porque
creen que es justo, son muy rígidos, no verán su propio enfado y suavizarán la
situación excusando a la otra persona.
Los rígidos tienen dificultades en dejarse ir y sentir placer sexual. Les
cuesta expresar su ternura, son sin embargo, los de apariencia más sexy. Cuando
se encuentran en una situación emotiva (cumpleaños por ejemplo), tienen
dificultad en controlarse.
Si reconoces está herida en ti, puedes sanarla empezando por reconocer cuando
eres injusto con los demás y contigo mismo, si sientes vergüenza, es señal que
no somos justos con nosotros (ni con los demás). El niño/a que se siente
rechazado, quiere llegar a ser perfecto, pues tal y como es ahora, no es digno
de existir, cuando pasan los años y el niño siente que su padre del mismo sexo
le ama más, lo consideran injusto. Deciden entonces auto-controlarse, exigirse
más para así no ser rechazados. Así crean la máscara de rigidez. Se apartan de
sus sentimientos para no sentir el dolor del rechazo.
Una vez la herida está sanada, detrás de esa máscara de retraimiento se
encuentran personas:
- Dotados para lo creativo, muy dinámicos y entusiastas.
- Capaces de simplificar, explicar claramente y enseñar.
- Sensibles y conocedores de lo que los otros sienten.
- Saben encontrar la persona adecuada para hacer trabajos específicos.
- Pueden manejar situaciones difíciles.
Conceptúo que mientras para nuestra mente existan "ellos y nosotros" cualquier tipo de herida, o injusticia será difícil de erradicar.
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